Grecia Central

Termópilas

 
Termópilas, en el Peloponeso de la Grecia Continental
 

Termópilas

Hoy en día el famoso paso de las Termópilas y la batalla de Leónidas y sus 300, supone al viajero una breve parada en la carretera que va de Atenas a Lamia, en el kilómetro 230 después de la villa de Kamena Vourla. Allí empezaremos a intuir el estrecho desfiladero entre el mar y la montaña Kalidromos. Allí existe un monumento a Leónidas que bien merece una parada. 

 

Termópilas, en el Peloponeso de la Grecia Continental
 

Antiguamente se trataba de un estrecho desfiladero entre el mar y el monte Kalidromo, pero hoy en día se trata de una planicie por donde pasa la carretera que une Atenas con Salónica. El nombre de Termópilas (puertas calientes) es debido a las fuentes termales sulfurosas que se encuentran en el lugar. La leyenda nos cuenta que fue Heracles quien, fuera de sí por los dolores causados por la acción corrosiva del veneno de del centauro Neso, se arroja a la corriente de agua existente en el paso convirtiéndola en las fuentes calientes que hoy conocemos. En el paso de las Termópilas tuvo lugar una de las grandes batallas de la antigüedad. Una batalla épica que supuso el primer enfrentamiento bélico entre griegos y persas en la que se conoce como Segunda Guerra Médica.

 

Termópilas, en el Peloponeso de la Grecia Continental
 

En esta ocasión, los griegos se apostaron en el paso de las Termópilas para impedir el avance del ejército persa del rey Jerjes. La coalición helena contaba con un número muy inferior a las tropas persas, pero gracias a la pericia de los griegos y a lo angosto del terreno, los defensores del paso consiguieron mantener a raya a las huestes de Jerjes varios días. Justo cuando el rey persa desesperaba, pues hasta sus temibles Inmortales habían sido derrotados, un pastor de las montañas le mostró a los persas un sendero por el cual podían coger por sorpresa a las tropas de Leónidas. Al llegar la noticia a oídos del rey espartano, éste licenció a todos los hombres, a excepción de su guardia personal, trescientos espartanos, y los tebanos, quienes se quedarían a la fuerza, pues Leónidas temía que se pasaran al bando contrario. Los tespios, al mando de Demófilo, decidieron quedarse voluntariamente junto a los últimos combatientes. Fueron finalmente derrotados, pero el valor de los espartanos y tespios que se quedaron a luchar en el paso hasta el final quedará por siempre grabado en la historia. Gracias a ellos, Grecia tuvo el tiempo suficiente para organizar sus tropas de cara a las posteriores batallas de Salamina y Platea, donde los griegos derrotaron definitivamente a los persas. Hoy día, una estatua de Leónidas, quien combatió hasta la muerte, y otra dedicada a los tespios, recuerdan el coraje de los griegos que allí lucharon contra los invasores persas. Bajo la figura de Leónidas hay una inscripción en la que se lee la frase “Moloon labé (venid a buscarlas)”, pues tal fue la respuesta espartana cuando los persas enviaron un mensajero a los griegos sugiriéndoles que rindieran sus armas ante su desesperada situación. Del otro lado de la carretera, sobre el montículo en el que supuestamente cayeron los últimos defensores del paso, había una placa que decía: ‘Caminante, ve y dile a los espartanos que sus hijos cayeron en cumplimiento de su ley’.

 

Termópilas, en el Peloponeso de la Grecia Continental